martes, 15 de mayo de 2012

LA SGAE

Leyendo uno de los temas de Acceso y Uso de la Información Histórica, concretamente el que trata de los derechos de autor, se me ha venido a la mente la SGAE, y se me ha ocurrido de dedicarle un post.
La SGAE (Sociedad General de Autores y Editores) es una sociedad privada española reconocida legalmente como de gestión colectiva, dedicada a la gestión de los derechos de autorr de sus socios, entre los que se cuentan toda clase de artistas y empresarios del negocio de la cultura. Es una organización que gestiona el cobro y la distribución de los derechos de autor de los autores y a la vez vela por los intereses de los editores.
La SGAE cada vez es más impopular debido a que hace lo imposible para proteger los derechos de autor, o más bien, para llenarse los bolsillos a toda costa, ya que sus delegados aparecen en todo tipo de festejos populares, bodas, romerías y lugares donde se escuchan cuatro notas musicales como insaciables vampiros para que los ciudadanos se rasquen sus bolsillos para financiar a esta maquinaria implacable, que recauda anualmente más de 300 millones de euros.
Una de las fuentes de financiación de la SGAE es el impopular canon digital, que es un impuesto que graba todos los aparatos de registro y reproducción de imágenes y sonidos y también los soportes como los CD's y DVD's vírgenes.
El canon digital ha sido recurrido ante los tribunales por las organizaciones de internautas, que alegan con razón que se trata de un impuesto preventivo, puesto que hay pagarlo al margen de la utilización que se haga del soporte. Es como si los periódicos exigieran un impuesto por cada ordenador que se vende por el hecho de que muchos ciudadanos los utilizan para leer sus ediciones digitales de libre acceso. El canon digital es injusto, es un abuso que se basa en la suposición de que cada usuario de un aparato electrónico viola las leyes de protección de los derechos de autor.

Habrá quien argumente que, a pesar de los excesos cometidos por la SGAE, la creación intelectual se basa en la protección de los derechos de autor. Estamos de acuerdo. Hay que proteger la creación y la producción de contenidos, pero con una reglamentación razonable en la que exista un equilibrio entre el acceso a la información y la cultura y el derecho a recibir una remuneración por la creación.
Todo nos lleva a concluir que es necesaria una revisión de la actual legislación en materia de derechos de autor para evitar este tipo de abusos. Hay que establecer un sistema más justo, que no coarte la libertad de los individuos y las posibilidades que brinda el progreso tecnológico.

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